Si bien un partido no hace torneo,
y lo que juegue un equipo durante 90 minutos no necesariamente significa que se
repetirá en todos los partidos siguientes ni mucho menos trastornará la filosofía
de un entrenador, lo mostrado por
América el domingo en Guadalajara, en un planteamiento ideado por Gustavo
Matosas, es una muestra radicalmente diferente a la teoría con y por la que
llegó el uruguayo al club.
Con un par de resultados molestos
a cuestas, Las Águilas llegaron a Guadalajara con la consigna de llevarse el
triunfo no solo por tratarse del partido clásico con el rival de toda la vida,
sino porque de a poco América ha ido poniéndole suspenso a su calificación.
El domingo se pervirtió desde que
la alineación contuvo un par de sorpresas: la falta de Goltz (de nivel bajo) y,
sobretodo, la aparición de Madueña como mediocampista por derecha. Al más puro
estilo Lapuentista, Gustavo decidió sorprender a propios y extraños con la
inclusión de un joven que no jugaba en liga desde la fecha 9. Desde el minuto
inicial fue claro lo que América había ido a intentar a Guadalajara: poca
posesión, dejar venir a Chivas, robo y latigazos largos con la plataforma de
Sambueza para la velocidad de los atacantes. Muy pocas veces se consiguió.
Al América le sonrió el fútbol
pronto en el cotejo, y de la pierna de Paul Aguilar llegó un gol de otro
partido, de otra liga incluso, y el veintidós la impactó con violencia y puso en
el ángulo para la felicidad americanista. Con la ventaja América no se animó y
sí, en cambio, se replegó aún más buscando agotar el tiempo y conservar la
ventaja. Pero más de 70 minutos en esas condiciones no se van tan rápido.
Aún con la ventaja en el segundo
tiempo, América siguió sin el balón y preocupando muy poco a los defensores
rojiblancos. Tan poco preocupó que De la Torre se envalentonó y comenzó a sacar
defensores para ingresar ofensores. Matosas, en cambio, removió a Sambueza por
lesión e ingresó a Goltz. Sin nadie que pudiera retener y conducir el balón,
América se refugió más y más en su última línea, y Guadalajara, sin ser
brillante ni mucho menos avasallador, encontró el empate en una terrible salida
azulcrema.
Para el final, aunque hubo
algunas oportunidades, el empate prevaleció y el marcador no se movió más. Los
locales, con la alegría de siempre por alcanzar empates. Los visitantes por
otro lado, con el sinsabor de un punto que de poco ayuda y 90 minutos preocupantes
y confusos por parte del equipo.
Matosas y América enfrentan a mitad de semana
la final de Concachampions con la obligación de traer la copa. En la liga,
serán partidos a todo o nada los dos restantes por el boleto para calificar.
Semanas definitorias las que le esperan a un técnico y plantel que se
conocieron al cuarto para la hora que iniciara el torneo por los caprichos de
una directiva que tiene que asumir su gran responsabilidad en el mal torneo que
hasta acá se ha dado.
#FestejanEmpates
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