Es difícil escribir cualquier cosa de un partido como este sin llenarlo
todo del enojo y frustración normal que provoca una actuación como esta. Es
imposible descifrar lo que un técnico resistido y ahogado en presión intentó
hacer en la cancha del Olímpico Universitario.
Porque Mohamed no podía
permitirse otro resultado como este, pero sobretodo otra actuación como esta,
cuando por semanas y ante cualquier viso de mal juego, declaró que el equipo en
el que tanto confía se volvería a hacer fuerte en Liguilla. Esta ya comenzó y
el equipo no apareció por ningún lado. Ahora absolutamente todo pende de
noventa minutos en busca de anotarle a un rival crecido al que no se le ha hecho daño
en todo el año.*
Ahora bien, ¿es un partido como el del miércoles culpa total y únicamente
del Director Técnico?
Obviamente que no.
Mohamed se equivocó pavorosamente en
la planeación al principio del torneo. Ya sea por su acción u omisión, vinieron
jugadores que jamás tendrían que haber llegado. En puestos que exigían alguien
de calidad, que es lo peor. A otros puestos, igual de necesitados para
reforzar, no llegó nada. Cuando alzó la voz pidiendo otro jugador para cubrir
un puesto, ya era demasiado tarde y obviamente la dirigencia no lo atendió. Una
vez en competencia, es culpa de él y sólo de él, no haber encontrado nunca la
solidez defensiva necesaria para competir. Antonio Mohamed es culpable de eso,
pero es inútil desgarrarse las vestiduras por ello cuando quedan dos tiempos de
cuarenta y cinco minutos para avanzar o irse de vacaciones.
De lo que no tiene la culpa el entrenador, y ni siquiera los dirigentes, es
que en la cancha, con la pelota en juego, existan jugadores sin compromiso ni
capacidad para dar pases correctos o definir las situaciones claras.
El fútbol, como prácticamente todo deporte existente, es un juego (aunque
sin lógica) de momentos y estados de ánimo. América enfrenta hoy, la clara
curva descendiente de un rendimiento que alcanzó su clímax un par de meses
atrás. De nada sirvió que Goltz haya tenido su actuación menos mala desde que
llegó, si el gol que por ahora nos tiene eliminados llegó por su marca tardía.
Que Molina haya jugado y cubierto por dos y hasta por tres no redituó en nada
porque las líneas estuvieron deshilachadas todo el juego. Que Peralta haya
peleado completamente aislado por milésima vez a los tumbos y sin mucha
claridad (es su estilo, nunca fue Romario) no cambió el rumbo del juego porque
no todos días sale la milagrosa solitaria. Y si busca apoyo, los entes inertes
que tiene por socios no saben jugar su posición ni tienen sentido de
compañerismo.
Para América perder a Jiménez fue una sacudida de la que no se recuperó. Y
de los 6 o 7 que siempre se dijo aquí que son material confiable, dos se
lesionaron a la hora buena.
Por lo tanto, no es el gol de Eduardo Herrera el que tiene al borde de la
eliminación al equipo. Es todo lo antes descrito. Y es aquí donde la figura del
entrenador es verdaderamente cuestionable. No las voces histéricas que le
reclaman un planteamiento “de 3 contenciones” ni el añejo vómito de que “no
transmite los huevos necesarios”. Lo que en verdad se le cuestiona a Mohamed,
al menos en este sitio, es que, en los malos pasajes, no ha podido demostrar su habilidad
como entrenador exitoso para hacer algo decente y presentable con lo poco que
tiene en las últimas semanas. La valía de un entrenador no es hacer funcionar a
un equipo plagado de herramientas, sino con la media que se tiene parar un
equipo sólido y consciente de sus limitaciones, y a eso en las
últimas batallas El Turco no le ha encontrado la vuelta y ha caído en necedades. Amén del poco compromiso de varios jugadores.
La última oportunidad es este sábado. Mohamed y los suyos deben trabajar y
sacarse la presión como puedan. Tristemente, una gran parte de la afición, los
ha abandonado y no espera nada de la vuelta y casi desean su caída para una
nueva renovación.
Queda que el equipo juegue por amor propio y dignifiquen el escudo y la historia; equipos invencibles y rachas interminables no las hay. Que América haya sido de los equipos que más partidos ganaron este torneo y más goles hicieron, es síntoma de que no todo es un desastre y la ilusión no es en vano. Aun jugando mal el miércoles, América generó claras.
Queda que el equipo juegue por amor propio y dignifiquen el escudo y la historia; equipos invencibles y rachas interminables no las hay. Que América haya sido de los equipos que más partidos ganaron este torneo y más goles hicieron, es síntoma de que no todo es un desastre y la ilusión no es en vano. Aun jugando mal el miércoles, América generó claras.
Será cuestión de agallas. Hacer fútbol, ser contundentes y seguir.
De muchísimo peores este Club se ha levantado. Quien abandona en verdad no sabe lo que es el Americanismo.
#AguanteTurcoYSeisJugadores
*este verso lo firma hasta Ferlinghetti