domingo, 14 de diciembre de 2014

La gloria del juicio final (Final: América 3 (0) vs Tigres (1) 0)



Todo principio tiene un fin. Todo cuento, novela o relato comienza por alguna cuestión y finaliza en un clímax, para bien o para mal. Disney y Hollywood nos enseñaron a esperar finales felices. También América.
El objetivo de todo el mundo azulcrema se cumplió en una bizarra y caótica, como el semestre, serie final ante los Tigres de la UANL.
El cuadro de las águilas se instaló merecidamente en la final, después de una campaña de liderato, lodo y basuritas en el camino. Obtuvo su pase, después de derrotar con facilidad a un débil Monterrey y, a pesar de todo, llegó como favorito al título. Los Tigres, por su parte, accedieron sin anotar un solo gol, pero dejando en claro que habría que luchar mucho para marcarles uno.
Así entró América el jueves al Volcán. Un estadio enfiestado completamente del lado local, con la intención de hacer su partido y hacer mella en el cuadro visitante. No ocurrió.
América se plantó, como pudo y por momentos con incertidumbre, en patio ajeno y sobrellevó las acciones sin hacer un partido brillante. El balón fue de una camiseta a otra sin quedarse demasiado tiempo en una. Ambos equipos, aunque voluntariosos, circularon el balón con imprecisión por un terreno demasiado húmedo, lo que dificultó aún más el buen juego por parte de dos escuadras sin demasiado empuje. Con el transitar de los minutos, y ya en la parte complementaria, la pequeña sensación de solidez americanista comenzó a resquebrajarse ante el empuje Tigre, y después de un cuestionable cambio por parte de Mohamed, América cedió por completo la lucha del balón a la potencia de los jugadores felinos y en un nuevo episodio de “Damián vacuna a Las Águilas” el mediocampista argentino se llevó con facilidad al juvenil Alvarado y metió un servicio preciso a la cabeza de un Guerrón que triunfó en su salto y mando a guardar la esférica para el gol local. Ante la anotación, y en una decisión más kamikaze que valerosa teniendo en cuenta que aún faltaba el juego de vuelta, Mohamed decidió poner todo por el empate e ingresó a sus hombres ofensivos. Aunque América se hizo del partido, no pudo nunca infiltrarse en las líneas contrarias y el marcador ya no se movió. Restaban noventa minutos en el coloso de Santa Úrsula para, de nueva cuenta, remontar en una final y alzar el campeonato. Escenario más que cómodo para el Club América.

Podrán contra 11 pero no contra cien mil

El domingo llegó, y con él, la cita con la historia por parte de todos los involucrados en el juego. Ante un pletórico y majestuoso Azteca, Mohamed modificó y en una alineación completamente ofensiva, hizo jugar a Zúñiga (por Rey), Arroyo (por Quick) y Sambueza (por Martínez). Esto le dio a los azulcremas la potencia y el desequilibrio del que carecieron en la ida; y empujando más con actitud que con fútbol, rápidamente se adueñaron del juego de vuelta, secuestrando las ilusiones del visitante. 

Rompió a Tigres
Gracias Pablito
El jugador número doce pesó más en la cancha 
americanista que en la felina. Y además de la garra y decisión de América para ir al frente desde el primer minuto, Tigres nunca se sintió cómodo ante el monstruo de cien mil gargantas.  Con el reloj ya avanzado y cuando comenzaban a nublarse las ideas y a surgir las carencias de las últimas fechas americanistas, fue Arroyo quien peleó por una dividida en mediocampo, ganó, y con una potencia y furia casi inédita, desbordó a la zaga visitante para romper el arco con un riflazo salido de su pierna menos hábil. Ahí, aunque aún faltaba un gol 

para hacerlo oficial, América agarró la copa y ya 
no la soltó. Llegó después el arco perfecto del balón que Pablito impactó y puso en el ángulo de aquella portería que, por muchas razones, nunca olvidaremos. Tigres se volvió loco y se terminó de morir con una tercia de expulsiones. Las águilas se hicieron campeones goleando y paseando el balón de un lado a otro durante veinte minutos. Con el silbatazo final se realizó el sueño de todos y una copa más llegó a Coapa.  América y su gente celebraron un campeonato imposible, lleno de dudas, lamentos y tropezones, pero con el mérito de la unidad y el trabajo en equipo que tanto le redituó al Club en las primeras jornadas. Las Águilas, aunque así lo cuente la estadística, no fueron campeones por derrotar a su rival 3-1. Fueron campeones porque sencillamente fueron los mejores durante seis meses. Porque ganaron más que sus rivales, fueron más sólidos y, sobretodo, porque pusieron agallas extras para sobreponerse a semanas de tensión e incertidumbre que a más de uno hubiera destruido. Los jugadores y el entrenador hicieron valer la playera, dignificaron el escudo, y escribieron un capítulo más de grandeza en la historia del único equipo realmente grande de la nación.


Este es el Club América. Este es el Club que juega contra once y contra lo que le pongan. El que se levanta cuando lo golpean. El que nunca deja de luchar. El que hace posible lo imposible. El que hace feliz a millones.
Y una vez más, haciendo las cuentas al final, lo demostró.
Felicitaciones a los jugadores y cuerpo técnico, este título es todo de ellos.

Campeón


Saliste campeón, América, saliste campeón. Eres el más ganador de todos y terminaste con la mentira de algunos.
Un final feliz.

1 comentario:

  1. Pues lo posible se confirmó: " América Campeón". Un episodio más de la épica azulcrema, que tuvo un escenario magnífico: el estadio Azteca. 14 de Diciembre de 2014 fecha fundamental de la historia de gloria del ave mexicana.

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