domingo, 5 de octubre de 2014

La Tempestad (Cruz Azul 4 vs América 0)



No es un accidente ni solo una mala tarde si ya ha ocurrido.

Volvió la impotencia y la decepción. Hasta acá en el torneo habíamos ganado muchos partidos que en realidad no le importan a nadie. Hasta acá hemos perdido los dos importantes. Los dos, aunque con sensaciones diferentes, por un motivo en particular: nula personalidad.
Volvió la época noventera en la que no importaba lo bien que jugáramos o qué tan arriba estuviéramos en la tabla, ellos siempre encontraban en Palencia al tipo que metía como si le fuera la vida en ello y contagiaba la personalidad de clásico a sus compañeros. Y acá, acá brillaban por su ausencia. Como hoy.

De nada nos sirve, entonces, mandar en la tabla general y tener un boleto a la Liguilla, si los partidos que hay que ganar con otra cosa aparte de una buena táctica y buen fútbol no son entendidos por los futbolistas ni los responsables del plantel.
Si bien Mohamed no se equivocó groseramente en el parado y estrategia para el juego (y en cambio reparó algunas fugas), sí lo hizo en la motivación hacia sus dirigidos. A diferencia de otros deportes, en el fútbol el jugador sigue necesitando de la arenga paternal de su entrenador para poner lo que falta sobre la mesa. Desde su llegada, Mohamed no ha cumplido con esta misión.

Después del partido de hoy, no preocupa que la banda izquierda sea una avenida con Mares. Al contrario, El Turco se dio cuenta a tiempo y Layún volverá a cubrir esa zona, abortando la misión de volante por derecha que, aunque inexplicablemente le dio la noche de su vida, nunca encontró la posición. No preocupa, tampoco, que Guerrero haya firmado su salida de Coapa para el próximo semestre. Ni tampoco que Martínez vuelva a la titularidad en el próximo juego más por falta de méritos de los demás que por los propios.
Preocupa y entristece, que se tenga una visión tan apagada de lo que representan las rivalidades para el hincha y cómo afrontar estos juegos. Preocupa que no exista un liderazgo en el equipo, que nadie ponga orden cuando la tempestad llega. Que nadie tome la pelota y cargue con el equipo en la premura. Preocupa que se pierda la ambición de ganar con el boleto a la liguilla en la bolsa. Mortifica salir goleados, exhibidos y superados en “actitud” por el equipo que históricamente más carece de ello. 
América estará en Liguilla. Antes de eso, enfrentará a unas Chivas con todo por ganar y nada que perder en el clásico más importante de este país. De no recomponer al equipo en lo anímico y volver a caer sin meter las manos, la presión se irá acrecentando para un cuerpo técnico y un plantel que no han mostrado su mejor versión en los momentos filosos.
De nada sirve superar a todos estadísticamente, si al final, los partidos importantes no se afrontan con la personalidad y ambición que este equipo exige.

Un cuatro a cero contra Cruz Azul no es el fin del mundo, pero depende cómo se tome y qué se aprenda de ello para llegar con bien al final. Donde se hacen las cuentas.


#ElDíaQueOsvalditoNoNosParecióTanMalo

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