Acostumbrados estábamos a que en
los más recientes 4 años cualquier derrota, tropezón, amague de fracaso y mala
racha encontraba en la espalda (y el ego) del entrenador su lugar de reposo y
la personalidad de este se encargaba de crear un mejor ambiente, aún en la
adversidad. Así lo pasamos con los últimos tres, incluso hasta Reinoso. Hoy el
panorama es completamente distinto, y tan distinto es que de pronto nos
encontramos con muchísimas más dudas que certezas.
¿Qué es lo que pretende Ambriz?
¿A qué quiere jugar? ¿Cuál es su verso? ¿En que se excusa para justificar un
mal juego del equipo? ¿Cómo buscará recomponer un camino que ni bien apenas
inició y ya empieza a oler a ultimátum cada partido por jugar?
Son preguntas que todos nos
hacemos y las explicaciones se divagan en el aire porque es un misterio las
respuestas que tenga el entrenador. Y es
un misterio porque a lo largo de la pretemporada y este partido inicial de la
Liga MX, la escuadra de Ambriz no ha mostrado, a excepción de 30 minutos con
L.A Galaxy, absolutamente ningún rastro de cohesión, progresividad o esperanza
de conjunción. Y es que, si bien América no dispone de toda su plantilla y si
en cambio se encuentra lleno de bajas por selección, suspensión y lesiones, el
entrenador no pudo conseguir que el grupo con el que trabajo toda la
pretemporada mostrara un rasgo de identidad y conjunción el pasado domingo en
Puebla.
Como si se tratara de una
repetición de alguno de los juegos de preparación América mostró el domingo
muchos vicios y ninguna virtud. Fue Andrade quien se mostró más participativo y
voluntarioso en el juego, y aunque casi nunca con claridad, fue él quien, con
una sobresaliente corrida desde mitad de campo puso arriba muy temprano a Las
Águilas. Después, lo mismo que vimos antes. Hugo González quitándole lo poco de
seguridad que le quedaba al aparato defensivo con sus ya clásicas actuaciones
desastrosas. Y la calamidad González coexistiendo con todas las fallas del
equipo: una línea defensiva a la que la más simple pelota entre líneas o a la
espalda le hace un daño terrible, un mediocampo que se pretende ágil, flexible
y con movilidad, pero termina completamente partido; fundidos los unos,
desinteresados y anulados los otros. Quizá lo mejor (?) del partido fueron los
cambios de Ambriz: Quintero, Rivera y Marín le dieron al equipo nuevos bríos y
consiguieron plantar muchísima mejor cara.
Al final del día América
papeloneó contra una agradable propuesta de Marini, pero que no deja, sin
embargo, de ser tan solo un equipo que buscará pelear por no descender.
América, por el contrario, en el
papel y por historia, busca y no le interesa otra cosa que ser el mejor del
país y ganar el campeonato. Y eso lo sabemos todos.
Bueno, casi todos, menos Peláez y
compañía. Porque no nos olvidemos que si América jugó y acusó la falta de
plantel competitivo en la fecha 1 y por momentos fue bailado por Puebla, es
simple y sencillamente porque su escalada de decisiones (hablamos de mínimo 3
semestres) han puesto al equipo así.
#HugoGonzálezNuncaMás
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