Y de pronto y sin que nadie lo
esperase llegó el día de la nada. La fecha en que en el Azteca sólo existió el
visitante y el dueño de casa nunca apareció. Ni siquiera en el pensamiento más
positivo del rival circuló la idea de llevarse una victoria tan sencilla. Porque
bastaron veinticuatro minutos para que Querétaro se fuera arriba en el marcador
y en los restantes sesenta y tantos su victoria jamás estuviera en duda. Los de
Matosas, aún con mayor posesión que el rival, fueron apáticos y desinteresados
ante un equipo inteligente, decidido y con una táctica lista para contrarrestar
cualquier intento de reacción, que de cualquier manera nunca apareció.
Bastó la veterana dinámica (?) de
Sinha, Yasser y Villa para adueñarse de todos los lapsos del partido y
sentenciar 2-0 en 45 minutos. Por su parte, América potenció todos los déficits
y calambres que ha venido mostrando a lo largo del torneo: desbalance en todas
sus líneas producto de lo escasamente compacto que se muestra en el campo, una
defensa que está descolocada la mayor parte del tiempo y la preocupante producción
ofensiva que se reduce a combinaciones improductivas por el centro del campo
que deja al equipo esperanzado a lo que pueda hacer Sambueza. Nunca como el
sábado pasado quedó más claro aquello que decíamos acá mismo respecto a que
este equipo cosechará en función de lo que pueda lograr Rubens y algún otro que
le de una mano de vez en cuando.
Rubens no logró nada y Querétaro
en la parte complementaria completó la obra, como ya cualquier conocedor de
historias macabras se pudo comenzar a imaginar: Ronaldinho ingresó a completar
el baile. Ocho minutos le bastaron al brasileño para marcar dos anotaciones,
llevarse las palmas de la grada y revivir en un certamen en el que incluso se
comenzaba a hablar de su retiro prematuro.
Más allá de una actitud terrible
de los jugadores y teorías morbosas de estos tendiéndole la cama al técnico,
América muestra una terrible falta de trabajo por parte de su entrenador en la
semana. No es posible que aun viendo la lentitud defensiva y la poca
estabilidad en el centro del campo, Gustavo no haya intentado alguna solución.
Pues amén de cualquier propuesta o idea futbolística, está siempre por encima
la categoría y el prestigio de un equipo como América que no se puede permitir
el deshonroso logro de haber sido goleado ya dos veces por 4-0 en el torneo.
América brindó, quizás, su peor
partido de esta década que ya va a la mitad. Una exhibición como esta es, sin
lugar a dudas, mérito suficiente en esta institución para terminar un ciclo.
Quizá nunca como hoy, la coyuntura sea la menos idónea para un cambio de timón.
No queda más para Gustavo y su plantel que reinventarse y comenzar a trabajar
desde la nada. Porque hoy es lo que hay.
Que no vengan con cuentos de “cuidarse
por la final de la Concachampions”, al Impact de Montreal (último lugar de la
MLS) es obligación histórica vencerlos con comodidad.
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La desolación de Gustavo que no le encuentra la vuelta |
#ElDomingoCuesteLoQueCueste
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