América superó un tristísimo primer tiempo lleno de pánico y con una notable mejora en funcionamiento y actitud le alcanzó para dar vuelta al Impact y coronarse como Campeón de la Concachampions.
jueves, 30 de abril de 2015
domingo, 26 de abril de 2015
Yo escuché que las formas importan (Chivas 1 vs América 1)
Si bien un partido no hace torneo,
y lo que juegue un equipo durante 90 minutos no necesariamente significa que se
repetirá en todos los partidos siguientes ni mucho menos trastornará la filosofía
de un entrenador, lo mostrado por
América el domingo en Guadalajara, en un planteamiento ideado por Gustavo
Matosas, es una muestra radicalmente diferente a la teoría con y por la que
llegó el uruguayo al club.
Con un par de resultados molestos
a cuestas, Las Águilas llegaron a Guadalajara con la consigna de llevarse el
triunfo no solo por tratarse del partido clásico con el rival de toda la vida,
sino porque de a poco América ha ido poniéndole suspenso a su calificación.
El domingo se pervirtió desde que
la alineación contuvo un par de sorpresas: la falta de Goltz (de nivel bajo) y,
sobretodo, la aparición de Madueña como mediocampista por derecha. Al más puro
estilo Lapuentista, Gustavo decidió sorprender a propios y extraños con la
inclusión de un joven que no jugaba en liga desde la fecha 9. Desde el minuto
inicial fue claro lo que América había ido a intentar a Guadalajara: poca
posesión, dejar venir a Chivas, robo y latigazos largos con la plataforma de
Sambueza para la velocidad de los atacantes. Muy pocas veces se consiguió.
Al América le sonrió el fútbol
pronto en el cotejo, y de la pierna de Paul Aguilar llegó un gol de otro
partido, de otra liga incluso, y el veintidós la impactó con violencia y puso en
el ángulo para la felicidad americanista. Con la ventaja América no se animó y
sí, en cambio, se replegó aún más buscando agotar el tiempo y conservar la
ventaja. Pero más de 70 minutos en esas condiciones no se van tan rápido.
Aún con la ventaja en el segundo
tiempo, América siguió sin el balón y preocupando muy poco a los defensores
rojiblancos. Tan poco preocupó que De la Torre se envalentonó y comenzó a sacar
defensores para ingresar ofensores. Matosas, en cambio, removió a Sambueza por
lesión e ingresó a Goltz. Sin nadie que pudiera retener y conducir el balón,
América se refugió más y más en su última línea, y Guadalajara, sin ser
brillante ni mucho menos avasallador, encontró el empate en una terrible salida
azulcrema.
Para el final, aunque hubo
algunas oportunidades, el empate prevaleció y el marcador no se movió más. Los
locales, con la alegría de siempre por alcanzar empates. Los visitantes por
otro lado, con el sinsabor de un punto que de poco ayuda y 90 minutos preocupantes
y confusos por parte del equipo.
Matosas y América enfrentan a mitad de semana
la final de Concachampions con la obligación de traer la copa. En la liga,
serán partidos a todo o nada los dos restantes por el boleto para calificar.
Semanas definitorias las que le esperan a un técnico y plantel que se
conocieron al cuarto para la hora que iniciara el torneo por los caprichos de
una directiva que tiene que asumir su gran responsabilidad en el mal torneo que
hasta acá se ha dado.
#FestejanEmpates
jueves, 23 de abril de 2015
martes, 21 de abril de 2015
Yo te amo Cuauhtémoc Blanco
¿Escuchaste alguna vez a
fanáticos del fútbol hablar de sus ídolos? ¿Leíste las hazañas de aquellas
glorias y héroes de cada club en el mundo? ¿Viviste la experiencia de tener un
ser todo poderoso enfundado en los colores del equipo de tus amores al cual le
encomendabas tu alma y salud mental cada domingo? Aquél súper héroe de tu infancia
por el cual fuiste al estadio, comprabas su camiseta, te morías por su
autógrafo y te aguantabas las ganas de abrazarlo cuando lo tuviste cerca. El 10
de siempre en el que toda la vida confiaste.
La máxima aspiración de todo
hincha es poder vivir en plenitud de facultades la aparición, desarrollo,
clímax y despedida del 10 histórico de su club. Aquel mito, la llegada del
mesías, que se cumple una sola vez en la vida. El Pelé, Maradona, Riquelme,
Alonso, Totti o un larguísimo etcétera de cada latitud. Aquel que cumple con
todos los requisitos para ser leyenda y para que millones se identifiquen: de
barrio, hincha desde la cuna, mágico, con la suficiente dosis de picardía y
rebeldía para vivir siempre bajo ataques constantes, una notable técnica y
amistad con el balón fuera de los estándares convencionales y un corazón
inquebrantable.
Blanco llegó de un barrio bajo.
Tan bravo y popular como su nombre: Cuauhtémoc Blanco Bravo. Como lo señala La
Ley de D10S, el sueño desde niño de Blanco siempre fue jugar en el América. Desafiando
a la nula probabilidad de éxito de un tipo como él, como nosotros, en un país y
una ciudad como esta, Blanco logró lo que millones y millones pasan toda la
vida soñando: vivir para jugar en el equipo de tus amores. Porque nadie nos
enseñó cómo amar a alguien por sobre todas las cosas; porque no podía ser de
otra manera: Blanco estaba destinado para América, como Cuauhtémoc a Cortés.
Porque el diez, por su incansable galope, con los años dormilón, ese control,
apenas rígido, llenos de colores y magia popular no podía ser para otro equipo.
No podía ser para los que basan todo en la lucha y el empuje. Por su gigante
corazón no podía ser, tampoco y mucho menos, para aquellos que dibujan bonitos
castillos en el aire pero se derrumban a la menor tormenta. Mucho menos la
rebeldía pura y cruda podía haber sido para algún pequeño con delirios de
grandeza. Aún sin saberlo ninguno de los
dos, Cuauhtémoc y América eran el uno para el otro. Un amor escrito con anterioridad
por un guionista romántico e idealista, simple y sencillo, como todas las cosas
que nacen del corazón y que llevan alegría a la gente. Aquel arquitecto del
destino que no erró ni en el amanecer del ídolo y que tuvo a bien ponerle en su
camino el mejor guía que pudo encontrarle: un viejo revolucionario holandés con
el suficiente tacto y ojo para ver en él, aún en bruto, la joya que fue.
Después vino todo lo de sobra
conocido, su ascenso y clímax, y todos aquellos momentos que jamás podremos
cansarnos de recordar. Los problemas y decenas de errores que no hicieron sino
confirmar el grado de héroe de carne y hueso, como si de un tema de Rodrigo se
tratara. El placer y legado que él nos dejó a todos los que crecimos y nos
hicimos grandes con él. El regalo de transmitirle a las futuras generaciones la
historia tan increíble que vivimos juntos; nuestros ochentas; nuestra época gloriosa
no por los títulos sino porque tuvimos la fortuna de vivirlo.
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Blanco se fue y regresó una, dos
y hasta tres veces. En cada ausencia el estadio se cansó de pedirlo; la vuelta
del hijo pródigo se hizo menos en la que, quizá para él, era la más importante
y la que más necesitó. El Diez hace 8 años que no está en Coapa. 8 largos años
que no vimos al capitán encausar nuestras ilusiones y ser la vela de esperanza,
la fe y el líder que todo hincha necesita en la cancha. Años en que algunos nos
obligaron a acostumbrarnos a extrañarlo aún sin retirarse de la actividad.
Torneos y torneos que lo vimos y añoramos mientras giraba con otras camisetas y
tuvimos que gritar casi en silencio sus goles. Y por más años que pasaron nunca nos pudimos
hacer a la idea de vivir sin él, de no verlo más, acaso por última vez, gritar
un gol con nosotros.
Hoy se retiró al fin. El Diez,
después de una gira por más decadente e inmerecida para lo que le dio al
fútbol, cuelga los botines. Esos botines que lo acompañaron durante todo su
viaje, la misma marca de siempre como una muestra casi imperceptible de los
valores que rigieron su andar.
Qué triste es saber que nunca más
volveremos a ver algo así en nuestro equipo. Qué triste darnos cuenta de golpe
que jamás volveremos a ver saltar al campo un 10 de casa, que prometa dos goles
en un clásico y los cumpla. Qué triste tener la certeza de que no saldrá otro
como él. Qué triste no volver a verte en
la cancha con nuestros colores, Cuauhtémoc. Qué triste que no habrá otro que
defienda la playera como tú lo hiciste. Qué triste que nadie más combatirá y
silenciará al mundo anti. Qué triste será el fútbol sin ti. Sin tus tacos, tu
genio, tus amagues, tu andar casi lento, tus festejos.
Al final, Blanco le dio al
americanismo mucho más que el título de liga que dicen las frívolas
estadísticas. Blanco apareció en una gris y perdida década, en la que él solo y
sin ayuda de nadie, se las arregló siempre para brindarle alegrías la afición.
A sus espaldas cargó no solo a sus compañeros, cargó la historia y con ella a
millones que torneo tras torneo depositaron en él las esperanzas de volver a
ser. Blanco, a diferencia de Zague, Tena, Zelada, Ortega y antes Reinoso, no apareció en América para engrandecer la historia a base de títulos; el mérito de Blanco es aún mayor, pues él solo se encargó de mantener vivo el Americanismo y la categoría del equipo en años de sequía, malos jugadores y desastrosos directivos.
Blanco se va. Blanco se fue.
Hasta luego Cuauhtémoc, algún día volverás. Ya no más con tu amigo el balón, tus
goles maravillosos y tu cinta de capitán en el brazo. Volverás y te miraremos
sufrir con nosotros, mientras te mueres de ganas de jugar, mientras te cuidas
de no salirte del área técnica, ahora con traje y corbata. Con nuestros ojos en ti, tendremos el mismo
pensamiento: Ojalá Cuauhtémoc estuviera dentro, él sabría qué hacer. Siempre
confiaremos en ti, porque sabemos todo lo que nos puedes dar.
Gracias 10, por lo que fuiste,
por lo que eres y por lo que serás.
Yo te amo Cuauhtémoc Blanco.
Hasta luego Cuauhtémoc, sabemos
que regresarás. Ellos no durarán para siempre.
domingo, 19 de abril de 2015
Resetear y comenzar de la nada (Club América 0 vs Querétaro 4)
Y de pronto y sin que nadie lo
esperase llegó el día de la nada. La fecha en que en el Azteca sólo existió el
visitante y el dueño de casa nunca apareció. Ni siquiera en el pensamiento más
positivo del rival circuló la idea de llevarse una victoria tan sencilla. Porque
bastaron veinticuatro minutos para que Querétaro se fuera arriba en el marcador
y en los restantes sesenta y tantos su victoria jamás estuviera en duda. Los de
Matosas, aún con mayor posesión que el rival, fueron apáticos y desinteresados
ante un equipo inteligente, decidido y con una táctica lista para contrarrestar
cualquier intento de reacción, que de cualquier manera nunca apareció.
Bastó la veterana dinámica (?) de
Sinha, Yasser y Villa para adueñarse de todos los lapsos del partido y
sentenciar 2-0 en 45 minutos. Por su parte, América potenció todos los déficits
y calambres que ha venido mostrando a lo largo del torneo: desbalance en todas
sus líneas producto de lo escasamente compacto que se muestra en el campo, una
defensa que está descolocada la mayor parte del tiempo y la preocupante producción
ofensiva que se reduce a combinaciones improductivas por el centro del campo
que deja al equipo esperanzado a lo que pueda hacer Sambueza. Nunca como el
sábado pasado quedó más claro aquello que decíamos acá mismo respecto a que
este equipo cosechará en función de lo que pueda lograr Rubens y algún otro que
le de una mano de vez en cuando.
Rubens no logró nada y Querétaro
en la parte complementaria completó la obra, como ya cualquier conocedor de
historias macabras se pudo comenzar a imaginar: Ronaldinho ingresó a completar
el baile. Ocho minutos le bastaron al brasileño para marcar dos anotaciones,
llevarse las palmas de la grada y revivir en un certamen en el que incluso se
comenzaba a hablar de su retiro prematuro.
Más allá de una actitud terrible
de los jugadores y teorías morbosas de estos tendiéndole la cama al técnico,
América muestra una terrible falta de trabajo por parte de su entrenador en la
semana. No es posible que aun viendo la lentitud defensiva y la poca
estabilidad en el centro del campo, Gustavo no haya intentado alguna solución.
Pues amén de cualquier propuesta o idea futbolística, está siempre por encima
la categoría y el prestigio de un equipo como América que no se puede permitir
el deshonroso logro de haber sido goleado ya dos veces por 4-0 en el torneo.
América brindó, quizás, su peor
partido de esta década que ya va a la mitad. Una exhibición como esta es, sin
lugar a dudas, mérito suficiente en esta institución para terminar un ciclo.
Quizá nunca como hoy, la coyuntura sea la menos idónea para un cambio de timón.
No queda más para Gustavo y su plantel que reinventarse y comenzar a trabajar
desde la nada. Porque hoy es lo que hay.
Que no vengan con cuentos de “cuidarse
por la final de la Concachampions”, al Impact de Montreal (último lugar de la
MLS) es obligación histórica vencerlos con comodidad.
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La desolación de Gustavo que no le encuentra la vuelta |
#ElDomingoCuesteLoQueCueste
domingo, 12 de abril de 2015
Desatinos (Monterrey 1 vs América 1)
La semana de recuperación
americanista tuvo su última exhibición el sábado pasado en la cancha del
tecnológico de Monterrey, en lo que fue la última visita Águila a esa cancha en
su historia, pues La Pandilla se muda de casa. En lo que fueron las acciones
del partido, América volvió a mostrar un mejor armado en la cancha, con las
líneas ya no tan dispersas y posicionándose con desequilibrio en la zona ofensiva.
El problema para los azulcrema volvió a darse a la hora de mandar con precisión
el balón al fondo de las redes y es que en esta ocasión toda la responsabilidad
del área cayó en los pies de Benedetto y este no pudo repetir la brillante
exactitud de su demostración de media semana y en esta ocasión desaprovechó un
par de oportunidades francas que pudieron darle a América ventaja y un distinto
escenario de partido. En el parado táctico de las Águilas, fue Pellerano y no
Guerrero quien inició en el centro del campo acompañado de Martínez; después de
su partido ante Cruz Azul parecía que el Chepe comenzaba a asentarse (casi 8
meses después) al medio campo y su rendimiento se estabilizaba para bien.
Matosas al final se decantó por la calidad y la proyección de Pellerano, que ya
muestra síntomas de recuperación y, de seguir sano y fortalecido en lo físico,
será de muchísima ayuda para el resto de la campaña.
Atrás, América se mostró por
momentos endeble ante un equipo que sin Cardona no tiene muchas otras armas y
aún así entre Pabón y Cándido se las arreglaron para marcarle uno y
desperdiciar por lo menos otro par.
Al final del día, nos llevamos
muy poco para lo presupuestado antes del juego, pues en el papel América tiene
mejor equipo y juego que el cuadro regio, pero en el transcurso del juego este
lució parejo prácticamente todo el tiempo. En el ocaso del partido apareció un
diluvio que terminó por enfriar las aspiraciones de ambos clubes y estos se
dedicaron a esperar el silbatazo final que los mandara a refugiarse del agua a
los vestidores.
Las Águilas han mejorado, de eso
no queda duda. Es ilusionante que la mejoría y el ascenso de nivel se venga
dando en estas fechas, de cara a lo que más importa: los juegos cruciales para
salir campeón.
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Qué gusto volver a verlo, maestro |
jueves, 9 de abril de 2015
Un estadio y un 9 (Concacaf Liga de Campeones Semifinal Vuelta: Club América 6 vs Club Sport Herediano 0)
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Cómo extrañábamos un 9 |
Bastaron unos minutos para
conocer cuál sería el desenlace de esta película: Améric a iba a arrasar al
visitante. La gente lo sabía incluso desde días antes; pero no dejó sólo al equipo y llenó la cancha para verlo regresar.
Y regresó.
El cuadro de Matosas salió con la
misma actitud renovada del sábado pasado y decididos a no cesar en su intento
por buscar un gol tras otro, se lanzaron al frente sin remordimientos,
utilizando lo mejor de la técnica y movimientos de sus hombres ofensivos y
aprovechando la raquítica propuesta futbolística del rival y el monumental
pánico escénico de los once Heredianos. Tornando así, el partido más sencillo con
cada minuto que transcurría.
Aunado a estos factores, encontramos en
nuestro nueve al gran caudillo de la remontada. Lleno de coraje y precisión,
Benedetto se apuntó cuatro de las seis anotaciones totales, incluido un
portento de disparo de media distancia. No hay forma de negar que Darío Benedetto
es la mejor incorporación de este semestre, su cuota goleadora y aparición en
momentos importantes no deja lugar a duda: Darío es nuestro goleador.
América lució y, por momentos,
cautivó con un juego lleno de verticalidad y precisión. Sin embargo, será
necesario darle la dimensión adecuada y comprender todos los factores que
propiciaron este resultado. Al final, Gustavo y su plantel tienen que saber que
no son tan malos como el 4-0 en Veracruz ni tan buenos como para ganar todos
los partidos 6-0.
Parece que América salió de la
adversidad con actitud y el fútbol poco a poco va dejándose ver. Volvió América,
cuidado.
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