Fue en la vuelta de la semifinal del
2012 contra Toluca en donde Miguel Layún nació. Toda su estancia previa a esos
noventa minutos y lo que ha venido después fue, por unanimidad entre la afición,
un muerto. Desde su llegada al nido, Layún no entregó mas que disgustos y
corajes a la grada. Su garra y entrega probablemente jamás estuvieron a
discusión, pero las “ganas y huevos” no bastan en un club como América. Para
aplaudir y conformarse con lucha y entrega está la grada de Guadalajara y Pumas.
Acá no, acá, aun con la exigencia y el gusto en extinción, se da por hecho que
el jugador dará su máximo, pero para ganarse los aplausos y el respeto de la
gente se necesita algo más que “muchas ganas”.
Aquel domingo, yendo abajo dos a
cero, Layún sorprendió de titular colaborando con una anotación y siendo el más
peligroso del equipo. Aunque no fue suficiente y América quedó eliminado de
aquella Liguilla, el alumbramiento había comenzado: Layún se ganó el puesto
titular no solo por sus ganas; también por su fútbol en pro de sus compañeros.
Todos hemos visto lo que ha conseguido y funcionado a partir de entonces;
consiguió un nombre, no un apodo por sus falencias.
Más que el penalti decisivo en el último campeonato y su estancia en
selección, es su presentación del viernes pasado, la prueba máxima de su
conversión a buen futbolista.
Las Águilas se presentaron en Torreón, además de la encomienda de
manifestar su nivel de líder y máximo contendiente para campeonar, con la
pequeña misión de cerrar otras cuantas bocas más que hicieron drama durante la
semana. Nunca faltan.
Antonio Mohamed dispuso el mismo cuadro y la misma táctica con la que habían
vencido a Pachuca en la anterior jornada. Una formación de 4-5-1: Muñoz,
Aguilar, Goltz, Pablo Aguilar y Osmar Mares en defensa. Molina y Martínez en la
doble contención, con Arroyo por izquierda, Layún en la derecha y Sambueza en
el centro. Adelante, fue de nueva cuenta Peralta el único delantero nominal.
Como todo el partido, América fue el espejo de Layún. Media hora del primer
tiempo, el futbolista nota de la semana, sumergido en la confusión deambuló por
todos los sectores del medio campo. Imposible dictaminar si como función
táctica o como resultado de su poco entendimiento de sus funciones y su afán de
compromiso y ayuda. Con la confusión de Layún vino el desorden de todo el
equipo, en donde el mayor repliegue entre líneas para contrarrestar el buen pie
del rival, pasó a convertirse en un desorden donde el pelotazo sin sentido
reinó para sacar la pelota de campo propio.
Fue hasta el minuto 41 en que el gran táctico del fútbol apareció. En un
córner a favor, Layún se encontró con una pelota furibunda en medio del área de
Santos y la mandó a guardar. América ganaba uno a cero, y con la ventaja este
equipo es amo y señor del juego. Para la segunda mitad, después de los ajustes
necesarios de Mohamed, vimos a un Layún radicar más fijo por sector derecho,
dándole orden al medio sector del equipo.
Todos lo hicieron bien después.
Ninguna pelota está lejos o perdida hasta intentarlo por última vez; así lo
supo Peralta y provocó el error de Sánchez para el segundo de los visitantes.
Arroyo también, después de un desborde lleno de garra y una asistencia
magistral para el tercero de Layún. El cuarto coronó, además de la mágica e
inolvidable noche de Layún, los grandes esfuerzos de Peralta para producir en
pro del equipo.
América lo hizo bien, tan bien que nadie pudo objetar cosa alguna, por más patética
que fuera. Layún exactamente lo mismo. Ambos, lo que va de la década, han sido
uno solo. Para bien y para mal.
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Hola, soy Mohamed, no llores. |
Layún no vuelve más a la lateral; adivina quién está para ocupar ese lugar...
#OsmarMaresTitular