Certezas sólo
dos: Que no tendremos América en meses y que Antonio Mohamed deberá trabajar
muchísimo más si es que quiere hacer realidad la revancha que pidió y, a pesar de
todos, triunfar en el reto más grande de su carrera.
Incertidumbres,
muchas más.
Con el fin de la
actividad por este semestre para nuestro equipo del alma llegó la, acostumbrada
y clasiquísima, oleada de rumores que, aceptémoslo, hasta antes de la época Herreriana
eran nuestros días favoritos. Y lo eran porque las golpeadas ilusiones se
renovaban sin importar qué tan increíble fuera el rumor o qué tan rebuscado y
escondido en un foro de internet fuera la confirmación de que Forlán llegaba a firmar
a Coapa al día siguiente o que Rijkaard ya estaba amarrado y venía con un par
de ex culés para comernos la liga. Sentíamos que volvíamos a ser. Y después,
nada. Llegaba Saritama y Chucho Ramírez.
Hoy volvimos a
eso, precisamente por lo mismo que siempre nos ponía ahí: una campaña flojita,
con las escasas alegrías que provocan al hincha soñar y arreglar con sus
devaneos lo que en la cancha no nos dan ni los jugadores, ni el DT, ni trata de
solucionar la directiva desde su trinchera, si es que tenemos alguna.
Son tiempos más
difíciles que los anteriores aunque la arrogancia ciega de la generalidad americanista
trate de rodearla siguiendo el mismo discurso que nos enseñaron pero que cada
vez estamos más lejos de ver: “No cualquiera juega en el América. Acá las formas importan y mucho.”
Bueno, ya salimos
campeones con Lapuente e hicieron “ídolo” a Layún.
La campaña que se
necesitaba, no de victorias esta vez, llegó
este semestre. Llegó y azotó un golpe de realidad que no todos han podido
asimilar: Al menos tres equipos de la Liga tienen mejor plantilla que nosotros (incluido
un rival clásico) y que a este equipo lo conocieron y estudiaron todos desde
hace 6 meses; lo cual, y al mismo tiempo, nos tiene que llevar a reconocer,
aunque no queramos, el trabajo de
Herrera para volver hacernos competitivos después de nefastas campañas y rescatar
a jugadores que habían fracasado ya en anteriores torneos.
Pero también a
decir claramente que el equipo de Herrera nunca tuvo las suficientes variantes,
que igual se metía atrás a defender un gol y que a la salida de Reyes y Benítez,
ambos jugadores de gran categoría y pilares del equipo, tan pilares que no se notaba
lo limitados que eran algunos compañeros de línea, no se reforzó con jugadores
de la misma categoría y se apostó por los cuates.- Al fin y al cabo ahí está
Maza que es igual de alto que Diego o para eso se trajo a otro ecuatoriano, no
importa que no muestre nada, ya lo hará algún día-.
No pasó.
La fantasía se terminó con un duro despertar y
todo el mundo lo vio en la final contra León. Al día siguiente debió comenzar
la renovación. Ahí debimos mutar. Pero la ceguera, la tibieza y la soberbia no
lo permitieron. Y como claramente vaticinó hasta la directiva: tuvimos un
torneo de transición que muchos no acaban de entender.
Entonces.
![]() |
Mohamed no se puede equivocar más |
Hoy día, y a
pesar de la mayoría, la ilusión se deposita, para bien o para mal, consciente o
inconscientemente, en Antonio Mohamed. Para bien porque su escoba funcione y logre armar un buen equipo, trabaje e imprima
su sello en Coapa (que lo imprimirá y si no él mismo deberá irse), y así, de a
poco, sin ser el Barcelona de Pep, con un equipo sólido pero que juegue bien al
futbol, subir escalón por escalón hasta el final que todos queremos.
Para mal: que El
Turco fracase, que sea despedido lo más pronto posible, fecha uno si se puede,
y que venga cualquier bombero a traer de lo perdido lo encontrado. Otra vuelta
de tuerca a la reestructuración de siempre. Otro discurso bonito (y falso) de
ganar y gustar apantalla-directivos, de ir siempre para adelante para que
terminemos como casi siempre: Mordiéndonos las uñas en el último minuto y
siendo salvados por algún mago en el mejor de los casos. No hay más. No hay
línea ni planeación a seguir. No hay filosofía ni bases. No las hay en la
directiva y en la tribuna se comienzan a nublar. Se pide la cabeza de un
técnico que compitió al cuarto para la hora con un equipo que no era suyo y que
se le “sugirió” no tocar. Se clama fervorosamente por su despido y se le acusa
de “traicionar al Americanismo” partido a partido. Tal exageración no llegó a
ocurrir sino hasta el último y, para desgracia del DT, más importante partido
de su estadía. Gravísimo e innegable error sin duda, pero en este específico
caso, no lo suficiente para una destitución.
Porque la
frustración y los disparates comienzan cuando la ceremonia de sentarnos a mirar
a tipos que juegan con el balón mejor de lo que nosotros lo podemos hacer y nos
encantan a tal grado de alentarlos a conseguir sus objetivos, pues nos damos
cuenta de que están muy por encima de nuestros talentos futbolísticos, se
transforma en la odisea de mirar a tipos como Rodríguez o Medina y ponernos a
maquinar la fantasía de estar en la cancha y saber que podemos apretar y morder
mucho más o que podemos secar a ese molesto delantero porque siempre hace la
misma y no es posible que no se la aprendan.
Hace unos años un
directivo llegó y soltó algo que pocas veces se le había oído a otro personaje
de pantalón largo en Coapa: “El objetivo es llegar al centenario del América
siendo el equipo más ganador del país”. El responsable de esa declaración ahora
está sumamente atareado revisando los menús de comida para la selección nacional
en el mundial después de irse de su cargo en lo que pudo ser un momento
histórico para el equipo.
Al América se le
pide hoy y siempre actitud y que dignifiquen y respeten la playera. Que los
jugadores siempre, y a pesar de sus limitaciones, den lo máximo de sí. Que el
cuerpo técnico busque con sus planteamientos darle alegrías a la tribuna. Que
la directiva procure siempre armar al equipo con jugadores de categoría acorde
al club y que mantenga la operación tras bambalinas funcionando correctamente.
Ahora tienen meses para trabajar y presentar
un buen equipo de futbol. La exigencia y la paciencia, ahora sí, será corta y
con justicia.
Al menos en este
sitio, se espera mucho de Mohamed y lo que pueda conseguir. En unos cuantos meses
sabremos los resultados.
Porque esto
significa para millones algo que otros nunca podrán entender. Vamos siempre
Águilas.
Tristemente, parece que el América necesita perder para darse cuenta de que el equipo necesita renovación. Es desesperante que si un plantel limitado gane un título, pueda explotarse un rato más hasta que reviente. Me recuerda a los típicos jefes que nunca consideran obsoletos sus equipos de cómputo porque "aún encienden".
ResponderBorrarAfortunadamente, parece que Mohamed está teniendo libertad para sacar a todos aquellos que estaban comprometidos con su anterior DT y no con la institución. Esperemos que este torneo venidero sea el detonante que necesitamos para recuperar el protagonismo que el equipo debe tener.
Confío en el Turco, se de su capacidad y si lo dejan trabajar, dará resultados. Es hora de sacar el extinguidor y apagar todo ese humo que impide ver la realidad de este limitado plantel y traer gente que de verdad esté a la altura de las circunstacias.
Saludos!